Educación, el arma
Por Mario A. Medina
“La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”, llegó a plantear el ex-presidente sudafricano Nelson Mandela. Consideraba a la educación como una “pieza clave para construir un mundo mejor y tener mejores profesionales y personas”.
La educación de calidad es importante, no cabe duda, pero tiene que ser inclusiva y equitativa para todas y todos; todos absolutamente todos debemos tener las mismas oportunidades de aprendizaje. Uno de los objetivos de la educación es romper el “ciclo de la pobreza”, pero al mismo tiempo debe ser factor para alcanzar la igualdad de género.
Recuerdo que en una ocasión como reportero llegué a escuchar de un político que decía que el Estado no podía ofrecer educación para todo mundo, porque entonces, “¿quién va a lavar los platos”? -preguntaba en tono de mofa-, “porque todos van a querer ser doctores, ingenieros, abogados. ¡Todos quieren ser jefes y así no!”, expresaba en cierto tono de superioridad y desprecio para las clases bajas.
Así se concebía el papel que debería de jugar la educación en nuestro país, una educación de privilegio, desde luego para quien sus familiares tenían recursos económicos para que sus hijos ingresaran a carreras universitarias, mientras que otros eran rechazados bajo el argumento que habían reprobado; que no alcanzaron el número de aciertos aprobatorios. Mentira.
Efectivamente las y los jóvenes a lo único que podían aspirar era, en palabras de aquel político, de lavatrastos. Bajo la visión neoliberal, millones de jóvenes, mujeres u hombres, les fue negado el poder estudiar más allá de la secundaria, por lo que muchos se convirtieron en mano de obra mal pagada, y algunos más en tierra fértil para el crimen organizado.
En un estudio de la Fundación para la Paz y la Democracia: “Previniendo el crimen a través de la educación”, se considera que el vínculo entre educación y el comportamiento criminal, la primera “aumenta las oportunidades de acceder a trabajos legales e incrementa sus salarios, lo cual reduce el atractivo financiero de las actividades delictivas”.
Otro factor tiene que ver con los derroteros que tomen los y las jóvenes es el de los valores que se adquieren desde casa: principios éticos, morales, de amor, de respeto al prójimo.
El modelo educativo neoliberal buscó generar una población “analfabeta, carentes de herramientas teóricas, desconocedora de su desarrollo cultural y de su historia como nación y como pueblo”, a partir de “su lógica de mediatización” y desde “el ignominioso poder de la mentira, montado a través de los medios de comunicación masiva”, como una forma “manipulación social”; al tiempo que construyeron un “exacerbado individualismo”, se ha señlado en diversos análisis.
Según datos de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (Anuies), entre 2023 y 2024, en promedio, 4 de cada 10 jóvenes entran a la universidad; mientras que entre 500 mil y 700 mil estudiantes no logran ingresar a una de las máximas casas de estudios en México. En el periodo 2020-2021, la cifra fue de 900 mil excluidos.
Frente a esta situación es interesante el anuncio del miércoles pasado en la “Mañanera del Pueblo”, donde la PresidnetA Claudia Sheinbaum anunció que durante el sexenio la matrícula en educación superior pública se incrementará en 330 mil nuevos lugares, y para ello, habrá más planteles en las universidades del Bienestar, Benito Juárez; la Rosario Castellanos; la de la Salud; el Tecnológico Nacional de México y del Instituto Politécnico Nacional (IPN).
Cuando nació la Universidad del Bienestar, Benito Juárez, hubo fuertes críticas por el incumplimiento en la construcción de 300 planteles y una matrícula, también inclumplida, de 300 mil estudiantes. Seguramente hubo problemas, deficiencias en la creación de esta nueva institución; pero detrás hubo también toda una guerra interesada de escuelas privadas para desprestigiar a la Universidad creada por López Obrador, porque significaba que jóvenes preferirían la educación gratuita.
La educación, en términos de Paulo Freire, significa un referente “reflexivo del conocimidento”; “el educador no es sólo el que educa sino que a la par que educa es educado en el diálogo con el educando”, lo que lleva a ambos, educado y educador, a un conocimiento que le permite conocer lo que significa la libertad y tener una capacidad de crítica.
Por eso, como ha señalado Claudia Sheinbaum, la educación es un derecho, no un privilegio ni una mercancía”, por lo que con la creación de nuevas instituciones como la Rosario Castellanos, la de la Salud y Tecnológico Nacional de México, ahora a nivel nacional, idependientemente de sus “defectos” que les puedan encontrar y el IPN, van a ser un instrumento para, en lo posible, alejar a nuestros jóvenes, hombres y mujeres, de la tentación de ser parte del crimen organizado.
En libro “Las emociones de la profesión docente” (Homo Sapiens Ediciones), el profesor español Miguel Ángel Santos Guerra, afirma: “la enseñanza es el arma más revolucionaria que existe”, porque educar es un oficio en el que “se puede confiar para paliar la desigualdad, la injusticia, el oscurantismo, la manipulación…” y, desde luego, un instrumento para alejarnos de querer ser delincuentes. Un arma poderosa para, al menos, cambiar nuestras vidas.
Que no le cuenten…
Qué poca imaginación de la derecha de este país, particularmente de quien la comanda, @ClaudioXGG. En verdad, ¿no se les ocurre nada nuevo al “junior tóxico” como lo llamó la presidentA, Claudia Sheinbaum? Qué poca imaginación del JT quien, con la misma narrativa descalificadora contra Andrés Manuel López Obrador, ahora busca generar miedo entre los mexicanos. Su griterío alerta: Claudia, “un peligro para México”. Sí, la misma narrativa golpeadora, pues la califica de “autoritaria, inepta e insensata”; que está “destruyendo democracia, libertad, derechos, instituciones y confianza a una velocidad récord”. Exactamente la misma estrategia fracasada que los llevó a una súper derrota en las elecciones pasadas. ¿Qué no entienden, que no entienden?